Ni femenino ni masculino,
la revolución QUEER
Hombre, mujer o quimera… es la frase con la que quiero comenzar a hablar acerca de lo queer.
Ahora me gustaría que nos preguntemos:
¿A qué le llamamos quimera?
Para mí, la quimera es aquella persona que no es ni hombre ni mujer, ni macho ni hembra, no es rosa, no es azul, es el resto de los colores o quizá, la combinación de estos.
Es ahí donde acomodamos a la persona cuya expresión de género no es ni masculina ni femenina sino rara, anormal y bizarra.
Es una expresión de género que no se basa en ninguna de las dos formas arquetípicas de vivirlo (la masculina o la femenina), sino que vive su género desde lo diferente, lo no masculino, lo no femenino o la fusión de ambos.
Las personas QUEER siempre han existido.
Según la cultura, espacio o grupo social donde existan, son aceptadas, rechazadas, incluidas con dignidad y normalidad o excluidas a través de la discriminación y el juicio descalificativo.
Imposición vs elección
Considero que es muy importante recordar que la ignorancia sobre lo queer está cobrando saldo en la salud física y en el bienestar emocional de muchas personas.
Hace algunos años, filósofos, psicólogos, sociólogos, antropólogos y estudiosos de otras disciplinas comenzaron a estimular la necesidad de ver al género como una construcción sociocultural.
Esto como algo muy independiente a la orientación sexual o al sexo genital. Dicha construcción social se imponía a las personas; estaba centrada en perpetuar un esquema de género limitado a dos arquetipos, más que centrarse en la expresión personal de la gente.
Esto quiere decir que nuestro género, más que construido y elegido, es prefabricado e impuesto.
Sumémosle que, equivocadamente, la forma tradicional de asignar género utiliza el sexo genital como referencia para imponerse.
Además, la persona debe cumplir una serie de expectativas heteronormativas que terminan en sufrimiento psicológico y existencial.
Movimiento QUEER
Este movimiento nació como una apropiación de una palabra que alguna vez se usó como insulto y juicio discriminatorio. Se usó para referirse a las personas que no entran dentro las dos formas tradicionales de género, a las quimeras.
Su propósito es reivindicar esta palabra y darle luz a lo que desafía lo común. También pretende replantear nuestros valores y objetivos como personas y sociedades.
Una identidad de género queer se caracteriza porque no se identifica ni con lo heterosexual ni con lo cisgénero. Es decir, su género no está asumido a partir de su sexo genital (por ejemplo, un hombre porque tiene pene o mujer porque tiene vulva).
Una persona que se identifica con dicho género se siente más cómoda, libre y real cuando no se le encasilla en una identidad o expectativa sexual y de género. Fluye y trasciende, no se limita a las expectativas socioculturales sobre los roles de género.
Quizá todas las personas tenemos un poco o un mucho de hombre, mujer y quimera, quizá no. Es probable que algunas personas solo se sientan posibilitadas para vivirse desde el ser hombre o desde el ser mujer y otras que se sientan más cómodas siendo QUEER.
Muchas personas quizá fluyen entre una u otra expresión a lo largo de su vida y esto forma parte de la naturaleza humana.
Recuerda, nuestras ideas y expresiones del género nos pueden oprimir o construir. Tú eliges.
¡Lo diferente también es válido y digno!