IR A TERAPIA, UN PRIVILEGIO QUE TODOS DEBERÍAMOS TENER

¿Por qué le contaría a un completo extraño mis problemas? Especialmente cuando tengo a mi mejor amigo que me escucha todo el tiempo. ¿Cómo alguien que no me conoce va saber lo que realmente quiero?, ¿Por qué gastaría semanalmente por ir a terapia? Sí tengo personas que lo hacen gratis; es más, hay millones de personas a las 2 de la mañana dispuestas a hacerlo. Si voy a terapia, la gente va a pensar que estoy loco o que soy débil. No tengo tiempo para ir con un psicólogo. Sí todo se lo lleva el viento, seguro también se lleva esta piedra que siento en el pecho.

Es bueno tener familia y amigos que nos escuchen, pero no todas las personas saben escuchar. Un psicólogo no tiene las respuestas a todas nuestras preguntas, nos ayuda a pensarlas. Después de estar en terapia no sales con otro nombre y pasaporte nuevo, sales siendo un poquito más tú. Descubres partes de ti que no conocías, que si bien son rebeldes, esperan ser conquistadas.

De nada sirve tener algo de dinero si no inviertes en ti mismo. Es más saludable, y a la larga más barato ir a terapia que fumar para calmar la ansiedad. Las palabras bien pronunciadas, aún si no saben tan ricas, son mil veces mejor medicina que el alcohol (además de ser libre de todo tipo de resaca).

Todo el mundo debería ir a terapia; no porque todos sean infelices, ansiosos o depresivos, sino porque es normal que, en un mundo que da mil vueltas, se enruede el hilo del pensamiento.

Lo que nos separa de los animales es el lenguaje; todos llevamos dentro una vocecita que tiene que parlotear para hacerse notar, pero también llevamos la voz del corazón que un latido dice esas palabras que hacen eco por años. Ya sabemos lo que queremos, solo nos falta desenredarlo. ¿Ya viste lo importante qué es el diálogo?, Y no solo el diálogo como tal, sino hablar con la persona indicada. Un psicólogo es el extraño con el que más seguro puedes estar. La caja fuerte que solo tú puedes abrir.

Ahí, en ese silloncito, aprendí que no todo tiene que ser siempre placentero. Me di cuenta que inclusive el que intenta ser siempre fuerte, termina cayendo con más fuerza. Los huesos, los pensamientos, las palabras, el corazón y los ojos se hacen extremadamente pesados sin un descanso.

Los abrazos tienen una magia casi indescriptible, pero cuando la magia se esconde, siempre esta la ciencia como consuelo. Si quieres volar, hay que dejar atrás las cargas que nos mantienen en el suelo. Hay que quitarnos los miedos que llevamos en la espalda y nos joroban la postura. El hecho de que no podemos ver nuestro propio cuerpo por completo, es la mejor forma de entender que a veces necesitamos ayuda para observarnos a nosotros mismos. No pases toda tu vida con una armadura sin poder sentir la lluvia, el viento y el fuego.

Alex León
Escritor y paciente en Cuidadosamente



¡Lee nuestros últimos artículos!