Las personas resilientes son aquellas capaces de resurgir de la adversidad, manteniendo su bienestar psicológico y adaptándose a los cambios que una crisis puede generar. Como bien dice Viktor Frankl “las circunstancias externas pueden despojarnos de todo, menos de una cosa: la libertad de elegir cómo responder a esas circunstancias”.
Existe un cuento oriental llamado “el helecho y el bambú”, que narra la historia de un joven que quería darse por vencido. Un día acude con un sabio anciano, quien le pide observar su jardín donde había sembrado un helecho y un bambú al mismo tiempo.
El helecho rápidamente mostró sus bellas hojas, mientras que el bambú no daba señales de vida. Pasó un año y aunque el helecho seguía creciendo, el bambú aún no brotaba. Cinco años más tarde, el bambú finalmente comenzó a crecer rápidamente hasta alcanzar veinte metros de altura.
El anciano le preguntó al joven si entendía por qué había sucedido eso. Al responder que no, el anciano le explicó lo siguiente: el bambú se dedicó todo ese tiempo a fortalecer su raíces para crecer grande y fuerte y así, sostenerse.
“Las circunstancias externas pueden despojarnos de todo, menos de una cosa: la libertad de elegir cómo responder a esas circunstancias”
Viktor Frankl
¿Qué es la resiliencia?
El término resiliencia se utiliza principalmente dentro de la resistencia de materiales para describir la capacidad de un elemento para recuperar su forma original tras haber estado bajo presión.
Las ciencias sociales adoptaron este concepto para referirse a la capacidad humana de sobrellevar situaciones inesperadas y sobreponerse a los obstáculos sin sucumbir a la presión. Entonces, la resiliencia es un proceso de adaptación positiva ante la adversidad, el trauma o fuentes de tensión considerables.
¿Qué entendemos cómo crisis?
Una de las tantas definiciones describe la crisis como un cambio profundo que genera consecuencias significativas en un proceso. Si nos detenemos a pensarlo, con estas palabras no suena como algo desagradable, incluso podemos verlo como una oportunidad. Sin embargo, las crisis suelen percibirse como un evento inesperado y catastrófico.
Las crisis pueden clasificarse como endógenas cuando su origen es interno o exógenas, que son aquellas provocadas por factores externos.
Entonces, ¿cómo puedo desarrollar la resiliencia?
Para fortalecer esta capacidad hay un paso muy sencillo: solo tienes que vivir una crisis, lo cual puede sonar sencillo y complejo a la vez. Esto puede parecer una buena o mala noticia, dependiendo de la perspectiva de cada uno.
Todos tenemos esa capacidad dentro de nosotros y más que desarrollarla, podemos tomar conciencia de ella y fortalecerla como si fuera un músculo. Las crisis, sean grandes o pequeñas, son las rutinas que fortalecen ese músculo y como cualquier otro músculo, el proceso lleva tiempo. Así que sé paciente contigo.
Entonces, el primer paso es aceptar las crisis. Aunque tendemos a negarlas, pretendiendo que todo está bien. Negar esos momentos difíciles que pasamos, nos quita la oportunidad de crecer. No se trata de gritarlo a los cuatro vientos, sino de reconocerlo internamente y si lo decides, compartirlo con algunas personas cercanas es más que suficiente.
Aceptar las crisis implica permitirte sentir y expresar las emociones de manera sana. Esto te permitirá conocer otras facetas de ti mismo y conectar con las herramientas que quizá no percibes cuando las emociones te abruman.
No solo personas famosas como Viktor Frankl, Nelson Mandela o Nick Vujicic son personas resilientes y con capacidades extraordinarias. También tú lo eres, aunque no lo creas.
Además no es una competencia de ver quién enfrenta la crisis más difícil, se trata de salir adelante de esa situación personal que consideremos como crisis. No es la misma crisis para un niño de 4 años, que para un adulto de 56 años y todas son válidas.
La vida nos brinda retos diarios con diferentes dificultades y ese es el gimnasio donde entrenamos nuestra resiliencia: lo inesperado de cada instante.
Factores que impulsan la resiliencia
Entre los factores que mejor desarrollan esta habilidad se encuentran el autoconocimiento, control de impulsos y la inteligencia emocional. Estos aspectos se pueden afinar a través de procesos de bienestar y crecimiento como la terapia y los talleres de desarrollo personal, donde generamos autoconciencia y adquirimos herramientas útiles para enfrentar la vida.
Conocernos mejor nos permite aceptar la realidad, pues podemos observar nuestras fortalezas y carencias, así como las de otras personas y las del ambiente que nos rodea. Además, así aprendemos a analizar los problemas de una manera objetiva y sin maximizar o minimizar lo que nos sucede.
Todo lo anterior nos brinda la oportunidad de crecer a través de un problema y generar un aprendizaje valioso, como desarrollar el sentido del humor, soltar el control, actuar de manera diferente y crear nuevas estrategias de autocuidado.
Por último pero no menos importante, mantener y cuidar nuestros vínculos es un factor clave para una resiliencia óptima. Somos seres sociales y parte de nuestra salud mental recae en tener redes de soporte para salir adelante, ya sean familiares, amigos, terapeutas, médicos, vecinos o compañeros de un grupo de apoyo.
Ser resiliente...
Ser resiliente no significa ignorar lo que ha sucedido o reprimir nuestros sentimientos sino avanzar a pesar del dolor o las emociones presentes, sin dejarnos llevar por la negatividad de los imprevistos. No podemos evitar las situaciones difíciles pero sí podemos transformar la forma en que respondemos a ellas.
De alguna manera, ya estás inscrito a este gimnasio llamado vida y sin darte cuenta estás siguiendo una rutina para los diferentes grupos musculares. Tú decides si continúas haciéndolo en automático, corriendo el riesgo de lesionarte o si tomas conciencia de cada movimiento para fortalecerte con cada situación que se te presente.
Referencias:
- American Psychological Association. (2011). Obtenido de Camino a la resiliencia: https://www.apa.org/topics/resilience/camino
- Deloitte. (2016). Obtenido de ¿Qué es una crisis?: https://www.deloitte.com/es/es/services/risk-advisory/analysis/que-es-una-crisis.html