Para empezar, desde que somos bebés y en cada etapa de la vida presentamos las emociones básicas: alegría, sorpresa, desagrado, miedo, tristeza e ira.
Podemos ver como las expresan todas las personas de manera natural e innata.
¿De dónde viene la ira?
Es común que consideremos algunas emociones como positivas y otras como negativas cuando realmente ninguna emoción es “mala” o “buena”.
Cada emoción tiene una función que busca ayudarnos a adaptarnos a las circunstancias.
La ira puede ser desagradable para quien lo siente y para las personas a su alrededor, sin embargo, cumple una función esencial: nos indica cuando necesitamos poner un límite.
Nos llegamos a sentir enojados cuando pensamos que fuimos tratados de forma injusta, cuando no se respetan nuestros límites o cuando nos sentimos agredidos.
Por otro lado, podemos identificar la ira de tres formas:
- Corporal: con sensaciones de calor, tensión muscular, aceleración del corazón y de la respiración.
- Pensamientos: con ideas que combinan con la percepción de injusticia, recordando ocasiones anteriores en que ha ocurrido algo similar.
- Comportamiento: puede ser aquello que dices en voz más alta de lo normal, los movimientos o gestos que haces, si te alejas o te acercas a la persona o situación.
Manual para el manejo de la ira
Aunado a lo anterior, los siguientes pasos pueden ayudarte a manejarla de forma funcional:
- Comienza con poner atención a tus primeras reacciones corporales cuando comienzas a sentirte irritable, ¿qué sientes en el cuerpo?
- Después de identificarlo, haz un par de respiraciones profundas para ayudar a tu cuerpo a regularse.
- Posteriormente pregúntate qué es lo que te molesta en esta situación y qué opciones se te ocurren que puedan ayudar al problema.
- Comunícate de forma asertiva, realiza la propuesta para solucionar la situación de forma específica y mantente abierto a la opinión de los demás.
- Y si no consigues regular las reacciones de ira: avísale a la otra persona que estás muy enojado, aléjate y haz una actividad que te distraiga para que sea más fácil regular las reacciones de tu cuerpo y poder realizar una comunicación asertiva.
Recuerda que...
Estos pasos pueden ser complicados de improvisar, por lo que te recomendamos realizar ensayos con mímica frente al espejo o mentalmente, haciendo cada vez más fácil el manejo de tu ira en diferentes situaciones.
También puede servirte escuchar una meditación adecuada para dicho momento, checa todas las disponibles aquí.
Finalmente, si la ira te ha generado problemas en diferentes momentos y áreas de tu vida, el apoyo de un terapeuta puede guiarte para darle un manejo adecuado que te permita sacar provecho a tus emociones.