La comunicación es un elemento clave en nuestra vida diaria. A menudo, asumimos que es una práctica sencilla, que dominamos a la perfección y casi con los ojos cerrados.
Sin embargo, la comunicación asertiva no siempre la practicamos, ya que solemos expresar nuestras ideas o intentar llegar a acuerdos cuando estamos alterados, molestos o cansados. Esto puede dificultar el diálogo, afectando nuestras relaciones interpersonales con reclamos, descalificaciones o la búsqueda de culpables.
La comunicación asertiva no se trata simplemente de decir lo primero que viene a la mente, responder por responder o hablar para evitar que los demás “abusen” de nosotros.
Se basa en expresarnos de manera clara, honesta y objetiva, respetando a los demás y comunicando nuestro sentir. Su objetivo es fomentar una relación de igualdad, donde se promueva la equidad, es decir, el respeto por nuestros derechos y por los de los demás.
Reconocimiento de los derechos humanos y asertivos
Todos los seres humanos, de acuerdo con diversos organismos internacionales y las constituciones de algunos países, contamos con derechos humanos por el simple hecho de existir. Además, también poseemos derechos asertivos, los cuales son igualmente relevantes.
Algunas fuentes mencionan 14 derechos asertivos, otras 22, pero más allá del número exacto, estos incluyen aspectos fundamentales como:
- Cometer errores
- Confiar en nuestros puntos de vista
- Expresar nuestros sentimientos
- Rechazar peticiones
- Cambiar de opinión
- Decir “no” sin necesidad de justificarnos
- Admitir que no sabemos algo
- Decidir qué hacer con nuestro tiempo
- Poner límites
- Estar solos cuando lo necesitamos
- No asumir las necesidades de los demás
La asertividad implica reconocer que así como nosotros tenemos estos derechos, los demás (familia, colegas, parejas, amistades), también los tienen. Es decir, todos merecemos respeto pero también debemos respetar los derechos de los demás.
Este principio puede aplicarse en diferentes contextos: en el trabajo, escuela, familia, con la pareja e incluso en nuestra relación con comercios y servicios como clientes o consumidores.
Muchas veces, las personas expresan frases como:
- “Yo siempre digo lo que pienso, porque así soy”
- “Si lo digo, ¿qué van a pensar de mí? Mejor me quedo callado y así evitamos problemas.”
- “No sé cómo decirlo. A veces lo intento pero terminamos discutiendo o me disculpo.”
Estas actitudes pueden generar malentendidos, frustración y conflictos. Aprender a comunicar nuestras ideas y emociones de manera asertiva no solo mejora nuestras relaciones interpersonales, sino que también fortalece nuestra autoestima y bienestar emocional.
Asertividad, agresividad y pasividad
La comunicación puede tener distintos objetivos, cuenta con diversos elementos y puede expresarse de diferentes maneras. Para comprenderla mejor, imaginemos en un extremo la comunicación agresiva, en el otro la comunicación pasiva, y en el punto medio, la comunicación asertiva.
Cada estilo de comunicación tiene características particulares. En el caso de la comunicación asertiva, algunos de sus principios clave son:
- Se describe la situación, no a la persona.
- No se buscan culpables.
- No se acusa, ni se juzga.
- Se toman en cuenta mis derechos, deseos, opiniones, así como los de la otra persona, familia, pareja o colega.
La comunicación asertiva no es solo decir no. También implica pedir ayuda, iniciar, mantener y finalizar conversaciones, dar cumplidos, aceptar propuestas, declinar invitaciones o colaboraciones sin necesidad de dar explicaciones ni sentir culpa, entre otros aspectos.
Lenguaje no verbal en la comunicación
El lenguaje corporal juega un papel fundamental en la comunicación asertiva, aunque muchas veces no somos conscientes de su impacto. Algunos elementos clave a considerar son:
- Tono de voz: Debe ajustarse a la distancia con el interlocutor y al contexto, ya sea en el trabajo, en casa, en la calle o en un concierto.
- Distancia: Es importante mantener un espacio adecuado según la situación y la relación con la otra persona.
- Postura: Lo ideal es ubicarnos de manera paralela al otro, evitando posiciones demasiado cercanas o lejanas.
- Brazos: Deberían estar relajados, evitando cruzarlos, esconderlos en los bolsillos o colocarlos detrás de la espalda.
- Contacto visual: Mantener una mirada cordial y afectuosa, evitando fruncir el ceño o mirar con desdén.
La escucha para mejorar la asertividad
Un elemento que en ocasiones se olvida dentro de la comunicación asertiva, es la escucha activa.
Con frecuencia, cuando platicamos con alguien, en ocasiones no ponemos atención a lo que nos dice, sino en lo que nosotros pensamos, queremos decir, o incluso si es una discusión, cómo nos queremos defender.
Para mejorar la escucha activa, una estrategia útil es parafrasear lo que dijo la otra persona o repetirlo con nuestras propias palabras. Esto permite verificar si entendimos correctamente y brinda la oportunidad de corregir, complementar o reafirmar la información.
Además, es recomendable:
- Evitar interrupciones innecesarias.
- Asentir ocasionalmente para mostrar interés.
- Recordar que la comunicación es un proceso de intercambio de información, no una competencia.
Beneficios de la comunicación asertiva
Ser asertivo impacta positivamente en la autoestima, la capacidad de autoafirmación y la posibilidad de vivir de acuerdo con nuestros valores. Sin embargo, la asertividad no es algo que se nos enseñe de manera natural, sino una habilidad que requiere práctica constante.
Es importante recordar que ser asertivo no significa que siempre obtendremos lo que queremos. La comunicación involucra a otra persona, quien también tiene derecho a no estar de acuerdo, expresar su opinión o no estar lista para negociar.
No obstante, mientras más practiquemos la asertividad, mayores serán las probabilidades de lograr nuestros objetivos de manera efectiva y respetuosa.