Durante mucho tiempo sufrí de depresión, ansiedad y de no saber cómo identificar mis emociones. Dentro de mi desesperación y la pena de que me creyeran “loco” nunca tuve el valor de comenzar a tomar terapia. Para mí, era una prueba muy difícil.
Sin embargo, la idea de tomar terapia se mantuvo en mi mente como una tarea pendiente. Siempre veía en mi ciudad los consultorios de psicología o psiquiátricos como una especie de centro de reclusión pero “¡qué equivocado estaba!”. A veces el prejuicio social es tan importante para nosotros, en lugar de preocuparnos por sanar y trabajar en nosotros mismos.
Mi horario siempre ha sido apretado, ya que todos los días tengo demasiado trabajo y no podía darme el lujo de perder el tiempo, por eso siempre postergaba el comienzo. La idea de proteger mi salud mental y controlar mis emociones cada día estaba más lejos.
Entre las excusas que ponía estaban las limitaciones de tiempo, el costo (no pasaba por buen momento económico) y la incomodidad de hablar sobre mis heridas más profundas con alguien desconocido. Es decir, tener que contar todo lo que he vivido y sentirme vulnerable.
Todo comenzó un buen día donde no aguante más, recuerdo que ese día comenzó con una estrepitosa pelea con mi pareja. Por lo que desde esa situación me di cuenta que no iba a ser un buen día. Al llegar al trabajo, coloqué mis cosas en el escritorio y uno de mis compañeros me abordó: “Luis, el jefe quiere hablar contigo” y enseguida me dirigí con él.
En ese instante comencé a sentir mucha ansiedad: “¿será algo malo?, ¿ya me van a correr?, ¿no hice las cosas bien?, ¿me van a regañar?” y después de todos esos pensamientos que me hicieron sentir muy abrumado, llegue a la conclusión de que necesitaba ayuda y que ya era momento de acudir con un psicólogo.
Porque sabía que cada encuentro con mi jefe significaba que algo malo estaba pasando. Por un momento pensé: “quiero que me despidan” como una alternativa fácil de salir del problema, olvidarlo todo y comenzar desde cero pero que te despidan con deudas no es una gran idea, solo fue mi niño interior pidiendo, paz y tranquilidad.
Al llegar con mi jefe, me habló de una baja de ventas de más de 35% a nivel internacional debido a la pandemia por COVID-19 por lo que necesitábamos trabajar más y cobrar menos, agregando un problema más a mi gran lista. Si bien no hubo ningún tipo de queja sobre mi trabajo, tenía que sumarle más trabajo a todos los pendientes que ya tenía al punto de sentir altos niveles de estrés o burnout.
Para darme un respiro, decidí salir a tomarme un café pero en mi mente solo había problemas. Al revisar mi teléfono, recibí la noticia que mi papá no había salido bien en sus últimos estudios y era necesario operarlo de emergencia.
Todo eso sucedió en un solo día, problema tras problema sin tener la oportunidad de gestionar mis emociones al punto de colapsar, ¡no pude más!
Lo primero que hice fue abrir mi teléfono desesperadamente, mis dedos estaban temblorosos y en el buscador coloqué “psicólogos cerca de mi”, “psicólogos online” y “terapia en linea” desesperado con encontrar a alguien lo mas cerca o rápido o posible pero en ese momento se me abrió un mundo de posibilidades. Y si, gracias al internet a partir de ese momento mi vida cambió.
A pesar de tener muchísimas páginas que ofrecían los mismos servicios, hubo una en particular que llamó mi atención. Por lo que ingresé y revisé detenidamente esta página, leí a detalle todo lo abordaba CuidadosaMENTE y fue una explosión en mi cabeza.
Una cosa muy importante para mi decisión y elección fue la privacidad, noté que la manera de llevar a cabo las sesiones de terapia online es desde la misma plataforma y para mi fue un plus. Quería que mis secretos estuvieran a salvo.
A partir de ese momento, me di cuenta que estaba dando un gran paso hacia el cambio
El primer paso: ganando confianza
Yo siempre había asociado la terapia con un consultorio y una interacción en personal. La idea de realizarla a través de una pantalla me parecía un tanto extraña pero decidí iniciar para conocer cómo era el proceso. Primero realicé un test e inmediatamente me asignaron a un psicólogo que se amoldó a mis necesidades.
El proceso fue sorprendentemente sencillo. Solo completé el test donde hay algunas preguntas sobre mi estado emocional y cuáles eran mis expectativas de la terapia para emparejarme con un profesional que se adaptó a mis necesidades.
Terapia online: cambiando mi vida
Recuerdo mi primera sesión como si fuera ayer. Me conecté desde la comodidad de mi hogar, en un espacio seguro y conocido. No había salas de espera ni desplazamientos, solo mi computadora y yo. Esta familiaridad bajo considerablemente mi ansiedad.
El psicólogo fue comprensivo y empático desde el primer momento. Sentí que tenía el control de la situación y esa sensación de poder definir el ritmo y la intensidad de las sesiones fue muy liberadora. El hecho de no estar físicamente presente en una oficina también me permitió ser naturalmente abierto y honesto. Sentía menos presión y juicio, lo que hizo que la conversación fluyera de manera natural.
Los beneficios inesperados de la terapia en línea
A medida que avanzaban las sesiones, comencé a notar varios beneficios que no había anticipado. La posibilidad de programar las sesiones en horarios que se ajustaran a mi vida diaria me permitió priorizar mi bienestar mental sin sacrificar otros aspectos de mi vida. Además, la terapia en línea resultó ser más asequible que la terapia tradicional, lo que me permitió mantener un compromiso a largo plazo.
Otro aspecto que aprecié fue la comunicación asíncrona. Podía enviar mensajes a mi terapeuta entre sesiones y recibir respuestas que me ayudaban a manejar situaciones en tiempo real ya que CuidadosaMENTE cuenta con una sección especial para esto. Esta continuidad en el apoyo fue fundamental para mi proceso de sanación, ya que no sentía que estaba solo entre una sesión y otra.
Desafíos y pruebas: organizar mi vida
Aunque la terapia online tiene muchos beneficios, también encontré algunos desafíos. Al principio, me costó trabajo crear una rutina para las sesiones. Al estar en casa, es fácil distraerse con otras tareas o posponer la terapia. Sin embargo, una vez que establecí un espacio dedicado para ello y un horario fijo, este desafío se fue disipando.
Otro aspecto fue la conexión a internet. Hubo ocasiones en las que la calidad del video no era la mejor, lo que dificultaba la fluidez de la conversación. Para resolver esto, me aseguré de tener una buena conexión y en caso de problemas técnicos, pude acercarme con la persona encargada de la atención al cliente para recibir apoyo.
El impacto de la terapia en mi vida
El impacto de la terapia online en mi vida ha sido profundo. He aprendido a manejar mi ansiedad de manera más efectiva, he desarrollado herramientas para enfrentar mis desafíos emocionales y lo más importante, he aprendido a ser más compasivo conmigo mismo.
La accesibilidad y flexibilidad de la terapia en línea me han permitido mantenerme constante en mi proceso, algo que nunca logré con otros intentos de terapia en el pasado.
La terapia en línea me brindó una nueva perspectiva sobre lo que significa cuidar mi salud mental. Me demostró que no importa dónde te encuentres o lo ocupado que estés, siempre hay una manera de priorizar tu bienestar.
¡Normalicemos la terapia!
Mi intención al compartir mi historia sobre psicólogos online no es que tomes decisiones precipitadas, sino que lo hagas cuando te sientas realmente preparado y de la mejor manera posible.
Te invito a que investigues, leas y busques información. Una simple búsqueda en mi celular de “psicólogos cerca de mi” cambio mi vida y puede cambiar la tuya también.
La terapia en línea ha sido lo mejor que me ha pasado: mi relación se mantiene con la mejor comunicación, sigo en el mismo trabajo y mi padre está mucho mejor. El tiempo ayuda a sanar pero a veces la mente no permite procesarlo todo. Nunca pensé que un psicólogo online me guiaría por el camino correcto cuando sentía que ya no podía más y estoy muy agradecido.
Si me lees y te identificas, solo quiero decirte que es un buen momento para buscar ayuda.
*Este es el testimonio de uno de nuestros pacientes, quien nos permitió contar su historia y así ayudar a que más personas se identifiquen