¿Cómo mejorar la autoestima?

A veces, cuando nos preguntamos cómo está nuestra autoestima, no sabemos por dónde empezar. Puede sentirse confuso, como si fuera algo que simplemente es permanente y no se pudiera cambiar. 

Tal vez llevamos tanto tiempo creyendo ciertas cosas sobre quienes somos, que nos parece casi imposible vernos de otra forma. Como si la manera en la que nos hemos tratado hasta ahora fuera la única posible. Pero no es así.

La autoestima no es algo fijo ni permanente; se construye, se aprende y también puede transformarse. Claro, requiere tiempo, paciencia y algo de trabajo interior pero es posible.

En este artículo quiero compartir contigo algunas ideas y herramientas que pueden ayudarte a comprender mejor cómo se forma la autoestima y qué pasos puedes dar para fortalecerla de forma compasiva y realista.

¿Qué es la autoestima?

La autoestima es la forma en que nos valoramos. Está conformada por un conjunto de creencias, pensamientos y percepciones que hemos construido a lo largo del tiempo a partir de nuestras experiencias. Se refleja en cómo nos miramos, cómo nos tratamos y en las ideas que tenemos sobre quiénes somos.

Tener una autoestima saludable no significa creerse superior a los demás ni negar aquellas partes de nuestra historia que nos resultan difíciles. 

Más bien, implica reconocer lo que valoramos de nosotros mismos y aceptar, con honestidad, esos aspectos que no nos encantan, sin que eso nos haga sentir menos valiosos. Se trata de vivir en coherencia con nuestro propio valor, incluso cuando atravesamos momentos de duda o inseguridad.

Señales que podrían estar hablando de tu relación contigo

La autoestima influye en cómo interpretamos lo que nos sucede, cómo nos sentimos con nosotros mismos y cómo actuamos en nuestro día a día. Cuando es baja, puede llevarnos (muchas veces sin darnos cuenta) a confirmar ideas negativas que hemos aprendido sobre nuestro propio valor.

Esto genera un círculo difícil de romper, donde nuestras acciones refuerzan la sensación de no ser suficientes, capaces o merecedores.

No confiar en nuestras capacidades o no sentirnos cómodos con quienes somos puede tener un impacto profundo a lo largo del tiempo.

En muchos casos, la baja autoestima no se manifiesta de forma directa pero sí se refleja en ciertas actitudes o decisiones que tomamos sin cuestionarlas.

Algunas señales comunes pueden ser:

  • Alejarte de personas que te importan.
  • Anteponer siempre los deseos o necesidades de los demás.
  • Evitar situaciones nuevas por miedo a equivocarte.
  • Sentirte en desventaja o inferior frente a otras personas.
  • Desmotivarte con facilidad o rendirte antes de intentarlo.
  • Rehuir lo que implique un reto o esfuerzo adicional.
  • Culparte constantemente.
  • Guardarte tus ideas u opiniones por temor al juicio.
  • Ser muy exigente contigo mismo y sentir que nunca es suficiente.
  • Tener dificultad para tomar decisiones.
  • Compararte frecuentemente con los demás.

¿Cómo mejorar la autoestima?

1. Conócete a ti mismo

Para fortalecer la autoestima es importante conocernos. Comprender de donde viene la baja autoestima, reconocer las experiencias y recuerdos que influyeron en como nos vemos a nosotros mismos.

Reconoce que tu autoestima se ha formado con el tiempo.

No nacemos con alta o baja autoestima. Esta se construye a partir de nuestras experiencias, los vínculos que hemos tenido, los mensajes que recibimos y la forma en que fuimos tratados.

Mira hacia tu historia con compasión.

Muchas veces, la forma en que nos valoramos hoy tiene raíces en la infancia o en momentos importantes de nuestra vida. Tal vez no te sentiste escuchado o tus emociones fueron ignoradas o minimizadas. Quizás se esperó más de ti sin reconocer lo que ya estabas dando, o tus errores fueron señalados en lugar de ser comprendidos. 

Esos momentos pueden dejar una huella profunda en la forma en que aprendimos a vernos.

Revisa las ideas que has construido sobre ti.

Lo que más nos afecta no siempre es lo que pasó, sino cómo lo entendimos en ese momento, con la mirada de alguien pequeño. Es posible que esas interpretaciones hayan sido necesarias para sobrevivir emocionalmente pero tal vez hoy ya no te ayudan.

Pregúntate si esas ideas siguen siendo ciertas.

¿Podría esa experiencia tener otra explicación? ¿Lo que viviste habla de ti o quizás de los recursos que tenían tus cuidadores para enfrentar ciertas situaciones?

Mira tu historia desde otro lugar.

Si alguien a quien amas hubiera vivido lo mismo, ¿le dirías lo que te dices a ti? Esta pregunta puede ayudarte a suavizar la autocrítica y a tratarte con más comprensión.

Reconoce cómo esas ideas siguen presentes hoy.

A veces seguimos interpretando lo que nos ocurre desde esa mirada antigua que aprendimos, reafirmando creencias que nos han herido.

Para comenzar a transformar esa perspectiva, observa tus pensamientos actuales:

  • ¿Estás interpretando desde la emoción o desde los hechos?
  • ¿Existe otra forma de comprender lo que ocurrió?
  • ¿Qué le dirías a un amigo que estuviera atravesando una situación similar?

Identificar estas ideas irracionales y cuestionarlas es un paso clave para comenzar a construir una relación más justa y compasiva contigo mismo.

Con el tiempo, muchas de nuestras interpretaciones se convierten en “verdades” sobre quienes somos, aunque quizás nunca lo fueron del todo. No se trata de buscar culpables, sino de comprender de dónde provienen esas creencias que hoy podrían estar limitándote.

Porque cuando reconoces que tu autoestima se formó en contextos que no dependían completamente de ti, también se abre la posibilidad de construir algo diferente: desde el cuidado, el respeto y la comprensión hacia tu propia historia.

¿Cómo mejorar la autoestima?

2. Reconecta con tus fortalezas

Trabajar en la autoestima no solo implica mirar al pasado o cuestionar creencias limitantes; también requiere aprender a reconocer lo valioso que hay en ti. Muchas veces pasamos por alto nuestras cualidades porque las consideramos “normales” pero en realidad, hay fortalezas personales que han estado presentes en cada paso que has dado.

Una forma de reconectar contigo desde un lugar más justo es recordar tus logros. No importa si fueron grandes o pequeños, todos comunican algo importante sobre quién eres.

Pregúntate:

  • ¿Qué fue necesario de mí para lograr eso?
  • ¿Qué habilidades o actitudes estuvieron presentes, aunque nunca las haya nombrado?

3. Guíate por tus valores, no solo por tus metas

Cuando hablamos de autoestima, es común enfocarnos en logros o resultados. Sin embargo, si medimos nuestro valor únicamente en función de las metas alcanzadas, es fácil que surja la frustración, especialmente cuando las cosas no salen como esperábamos. Por eso, una forma más profunda y estable de fortalecer la autoestima es reconectar con nuestros valores.

Los valores son aquello que realmente te importa, lo que te inspira, lo que te hace sentir que estás caminando en una dirección con sentido. A diferencia de los objetivos, los valores no se cumplen ni se tachan de una lista: se viven. Son como una brújula interna que te guía cuando no sabes por dónde continuar y pueden darte fuerza en momentos de desánimo, ansiedad o duda.

Por ejemplo, imagina que estás atravesando una etapa difícil respecto a una meta que te habías propuesto. Tal vez sientas que no estás logrando los resultados esperados. Aun así, si eliges actuar desde el compromiso, el aprendizaje o la responsabilidad, estás siendo coherente con tus valores. Aunque el resultado no sea perfecto, te estás acercando a la persona que deseas ser. Y eso también tiene un gran valor.

Los valores no desaparecen cuando las cosas no salen como querías. Siempre están ahí para recordarte quién eres y hacia dónde quieres ir.

Elige acciones comprometidas con lo que importa.

Recuerda que actuar desde tus valores, incluso en momentos difíciles, es una forma poderosa de reafirmarte. No siempre puedes controlar lo que piensas o sientes, pero sí puedes elegir actuar de una manera que esté alineada con lo que te importa.

Eso, poco a poco, te va devolviendo confianza en ti.

4. Cultiva el autorespeto

La autoestima también se construye en lo cotidiano, a través de pequeñas decisiones que reflejan cómo te tratas a ti mismo. Practicar el autorespeto implica ser coherente entre lo que dices que necesitas y las acciones que tomas para cuidarte.

Esto incluye hábitos concretos como dormir bien, moverte, alimentarte de forma nutritiva o darte espacios de descanso. Hacer actividad física, por ejemplo, no solo beneficia al cuerpo, sino que también mejora el estado de ánimo y genera una sensación inmediata de bienestar gracias a la liberación de endorfinas. Cuidar tu cuerpo es una forma de decirte, sin palabras: “me importo”.

El autorespeto también implica aprender a poner límites, practicar la asertividad y defender tus necesidades sin culpa. No para imponerte sobre los demás, sino para proteger tu bienestar emocional.

5. Trátate con autocompasión

Es probable que lleves mucho tiempo hablándote de forma dura o manteniéndote en bucles de pensamientos que terminan por parecer verdades. Por eso, practicar la autocompasión es esencial: no se trata de justificar todo, sino de darte permiso para equivocarte sin atacarte.

Recuerda: mejorar tu autoestima es un proceso. Requiere tiempo, constancia y paciencia. Aprende a hablarte como lo harías con alguien a quien quieres mucho. Si alguien cercano estuviera pasando por lo que tú pasas, ¿le dirías lo mismo que sueles decirte a ti?

Aprender a ser tu propio aliado (especialmente cuando las cosas no salen bien) es una de las formas más potentes de sanar la relación contigo.

Hazte esta pregunta con honestidad: ¿Me considero mi propio amigo o mi mayor crítico?

6. Deslígate de los pensamientos que te limitan

No eres lo que piensas; eres quien observa esos pensamientos.
Es normal tener ideas que generan miedo, inseguridad o duda. No se trata de forzarte a pensar positivo ni de bloquear lo que te incomoda, sino de darte espacio para observarlo sin juicio.

Cuando aparezcan esos pensamientos, puedes:

  • Respirar profundo y reconocerlos sin pelear con ellos.
  • Nombrarlos: “Aquí está otra vez esa idea de que no puedo.”
  • Escribirlos, dibujarlos o simplemente mirarlos pasar, como si fueran nubes.
  • Usar prácticas de mindfulness o meditación para no quedarte atrapado en ellos.
 

Imagina que esos pensamientos son compañeros de viaje: tal vez no puedas hacerlos desaparecer, pero sí puedes aprender a caminar con ellos sin dejar que te detengan

7. Atrévete a actuar, aunque sientas miedo

La autoestima no crece solo cuando todo sale bien, sino cuando te permites intentarlo. Cuanto más evitas hacer aquello que deseas por miedo a fracasar, más se refuerzan las ideas limitantes que tienes sobre ti. Es un círculo que solo se rompe con pequeñas acciones.

No se trata del resultado, sino del paso que das. La autoestima no depende tanto de lo que logras, sino del hecho de atreverte, de enfrentarte a las circunstancias en lugar de evitarlas. Cada intento es una señal de que estás presente, comprometido y dispuesto a crecer.

Mejorar la autoestima no es un camino rápido ni lineal. 

Es un proceso que se construye poco a poco, con autoconocimiento, práctica y mucha paciencia. A veces implicará mirar de frente aspectos que duelen; otras, te invitará a descubrir fortalezas que no sabías que tenías. La terapia puede ser un espacio seguro para explorar y transformar la relación contigo mismo.

Psic. Lucía Guerrero
Psicóloga clínica en CuidadosaMENTE

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *