¿Cómo superar la dependencia emocional?

Las personas nos caracterizamos por generar y mantener vínculos con quienes conocemos durante nuestra vida.

Algunos vínculos son más profundos que otros pero en algunos de ellos podemos encontrar apoyo, atención y muestras de afecto y sinceramente, ¡a todas las personas nos gusta saber que somos importantes para los demás! El problema surge cuando estos aspectos los llevamos al extremo para sentirnos “bien”.

¿Qué es la dependencia emocional?

La dependencia emocional es una necesidad excesiva de atención, afecto y disponibilidad de las personas con quienes nos vinculamos. Por ejemplo, de tu amigo, tu mamá, prima o pareja, siendo esta el vínculo más común donde se genera dependencia. Esto puede ocasionar conflictos en tu vida social y sobre todo un constante malestar con nosotros mismos.

Piensa en este ejemplo:

¿te ha pasado que le escribes a tu pareja (o alguien significativo para ti) y constantemente revisas el celular para checar si ya te contestó? ¿Te cuesta concentrare y retomar tus actividades? Comienzas a preguntarte por qué no responde, si estará enojada contigo o si le habrá pasado algo. Generas mil y un escenarios en tu cabeza y solo hasta que te responde, recobras la tranquilidad. Bueno, algo así suena la dependencia emocional.

La dependencia está relacionada con la “Teoría del apego, esta menciona que todas las personas generamos un tipo de apego (forma de relacionarnos) a partir de las primeras relaciones que formamos al nacer, principalmente con nuestra mamá pero puede ser alguna otra persona que nos brinde atención y cuidados.

De acuerdo a cómo se genere esta primera relación, marcará la base para los demás vínculos a lo largo de nuestra vida.

Tipos de apego

Se distinguen principalmente tres tipos de apego: apego seguro, apego ansioso y apego evitativo. Hay quienes incluyen un cuarto: el apego desorganizado.

El apego ansioso suele estar presente durante una dependencia y el apego seguro es el ideal de una relación sana. Generar alguno de estos tipos de apego a partir de nuestras experiencias, no determina que así será el resto de nuestra vida, podemos modificarlo. Si quieres leer más sobre este tema, te compartimos este artículo.

Querer relacionarnos, establecer y mantener vínculos significativos y duraderos a lo largo de nuestras vidas es natural y humano, ya que las relaciones personales son una parte esencial del bienestar psicológico.

Pero nuestras experiencias, heridas y formas de percibirnos pueden modificar este aspecto al punto de volverlo insano y dañino. Entre mayor es la importancia que le damos a nuestras relaciones, es más probable el riesgo de generar una dependencia emocional hacia las personas.

¿Cómo surge la dependencia emocional?

Recuerda que todo lo que nos hace ser quienes somos, son dinámicas aprehendidas a lo largo de nuestra vida, a partir de las experiencias que vivimos. Estas son algunas posibles causas que nos ayudan a entenderla mejor:

  • Baja autoestima: tener una percepción negativa de nosotros nos hará buscar que las personas permanezcan en nuestra vida, cediendo y adaptándonos a ellas.
  • Falta de habilidades sociales: si es difícil relacionarnos con otras personas, nos invade el temor de quedarnos solas, pensando que si perdemos a alguien (sobre todo si es significativo), ya no podremos hacer vínculos nuevos.
  • Heridas de la infancia: Seguro has escuchado de ellas, esas situaciones complicadas que vivimos de pequeños y que siguen presentes en la adultez, generando malestar o dificultándonos la vida (principalmente la herida de rechazo o abandono).

Si te das cuenta, lo que está detrás de la dependencia emocional es el temor a la soledad. Recuerda que esta no es mala pero bajo estas circunstancias le colocamos una carga negativa. 

También, el miedo al rechazo, ese temor a que las personas piensen que no vale la pena estar con nosotros, por ello constantemente queremos asegurarnos de que siguen ahí y aún nos quieren. Esta forma de vincularnos es poco sana y afecta nuestro desarrollo y bienestar emocional y psicológico.

¿Cómo puedo saber si tengo dependencia?

Algunas de las características de una persona con dependencia emocional son:

  • Buscan constantemente la aprobación de las personas
  • Se sienten inseguros
  • Tienen miedo a que les dejen
  • Sienten celos recurrentemente
  • Suelen ser personas permisivas aún en situaciones que les lastimen o representen algún riesgo para su integridad
  • Atraviesan situaciones de abuso y violencia
  • No logran establecer límites fácilmente
  • Priorizan a las otras personas por encima de sí mismas
  • Presentan dificultad para tomar decisiones sin la aprobación de alguien
  • Experimentan rechazo a intentar nuevas actividades de manera independiente

¿La dependencia emocional tiene consecuencias?

Sí, la dependencia emocional tiene consecuencias. Principalmente disminuye la capacidad de autorrealización ya que al no tomar decisiones por sí mismo, iniciar proyectos o retomar actividades de forma individual, será difícil generar un sentido de vida propio y a largo plazo, esto podría desencadenar en otro tipo de problemáticas en la salud mental.

Así mismo, puede existir una pérdida de identidad. Al experimentar dependencia emocional te pierdes a ti mismo, tus pasiones, intereses y gustos. 

Comienzas a adoptar la identidad de la otra persona o dejas de atender tus necesidades ya que tu vida gira en torno a ella. Piensa que le dedicas tanto tiempo y energía a una sola persona, que ya no tienes más recursos para compartir con los demás. 

Dejas de tener experiencias agradables con tu familia o amistades, tu red de apoyo se debilita y esa soledad que tanto tememos se hace presente porque poco a poco te aislaste de los demás. No suena a experiencias que nos gustaría vivir, ¿verdad?

¿Qué puedo hacer?

Si te identificas con algunos de estos puntos, ¡no te alarmes! Reconocerlos es el primer paso para generar cambios en la dependencia emocional que propicien tu bienestar y la construcción de relaciones sanas. Te compartimos estos consejos que pueden ser útiles para continuar con el cambio:

1. Reconoce tus emociones

Hacerlo es complicado y nos confronta a reconocer lo agradable y lo desagradable pero recuerda que todo lo que sentimos es válido y muy útil. Una vez que sabes lo que sientes pregúntate: “¿qué me lleva a esta emoción? ¿qué me gustaría hacer en su lugar”

Por ejemplo, si piensas algo como: “el miedo a quedarme solo hace que busque constantemente su atención, interrumpo sus actividades y eso genera que discutamos y se aleje de mí” cámbialo por: “el miedo a quedarme solo me haría buscarlo aun cuando está ocupado pero sé que puedo escribirle y pedirle que cuando esté libre hagamos videollamada”.

Podemos pedirles apoyo a las personas sin perder de vista lo que sucede alrededor

2. Reconecta con tu red de apoyo

Haz planes con otras personas para evitar centrar tu atención en una sola. Puedes quedar con tu familia para ver una película, ir a entrenar con tus amigas o pasar una tarde de juegos con tus amigos. Divide tu tiempo y energía para todas las personas que te rodean.

3. Practica el autocuidado

Es muy común que nos descuidemos y perdamos de vista lo que nos reconforta. ¿Hace cuanto que no practicas tu deporte favorito? ¿Dejaste pasar mucho tiempo desde la última vez que preparaste el platillo que más te gusta? ¿Qué tal si ves esa película que has querido ver desde hace tiempo? Siempre es buen momento para cuidar de nosotros.

4. Di sí a la soledad

Así como es importante dedicar tiempo para los demás, también lo es para dedicarlo a ti. ¡La soledad no es mala! Nos permite reconectar con nosotros, descubrir cosas nuevas y experimentar.

Anímate a planear proyectos, viajes y hacer actividades porque a ti te gustan. Te aseguramos que sentirás mucha satisfacción.

Aunque estos consejos son útiles, trabajar la dependencia emocional y otras tantas situaciones, es mejor cuando contamos con apoyo profesional que nos oriente, nos ayude a descubrir y entender las experiencias que hemos atravesado y cómo estas han impactado en quién somos y la forma en la que nos relacionamos.

En CuidadosaMENTE podrás encontrar profesionales de la salud mental encantados de acompañarte a descubrir que hay detrás de estas dinámicas y generar nuevas y sanas maneras de relacionarte contigo y con los demás.

Psic. Katia Peña
Psicóloga clínica en CuidadosaMENTE

Referencias:

  • Laca, F Augusto. Mejía C, Dependencia emocional, conciencia del presente y estilos de comunicación en situaciones de conflicto con la pareja, Enseñanza e Investigación en Psicología, vol. 22, núm. 1, enero-abril, 2017, pp. 66-75.
  • Moneta C, María Eugenia, Apego y pérdida: redescubriendo a John Bowlby, Revista Chilena de Pediatría, vol. 85, núm.3, mayo-junio 2014, pp. 265-268.

8 comentarios en “¿Cómo superar la dependencia emocional?”

  1. Muy interesante el artículo la verdad.
    Tener depende emocional nos hace daño y más si viene desde tu infancia y eso no te ayuda a sobresalir en tu adolescencia y juventud, de no hacer tus propias cosas por tu propia cuenta. La verdad saber más sobre este problema nos hace reflexionar que cada uno puede depender de si mismo sin la necesidad de depender de tus seres queridos que en la vida tendrás que pasar muchas situaciones tu solo.

    1. ¡Nos alegra saber que nuestro artículo te resultó útil! Como mencionas no necesariamente podemos desarrollar dependencia emocional con nuestra pareja, también con nuestros padres u otros seres queridos y puede afectarnos significativamente.

  2. Superar la dependencia emocional es un tema muy relevante para muchos de nosotros en esta etapa. A veces, nos aferramos demasiado a las relaciones, ya sea con amigos o parejas, y eso puede hacernos sentir inseguros. Aprender a valorarnos a nosotros mismos y a establecer límites es clave. Creo que es importante reconocer que nuestra felicidad no debe depender de otra persona. Trabajar en nuestra independencia emocional nos ayuda a ser más fuertes y a tener relaciones más saludables.

  3. Melani Maquera Espinoza

    ¡Muchas gracias por compartir tu interés en la educación emocional! Superar los desafíos en esta área no solo mejora nuestras relaciones interpersonales, sino que también nos ayuda a entendernos mejor a nosotros mismos y preciar el valor de nuestras emociones .

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