“Es normal” “Eres mujer” “Ya pasará”
Estas y otras muchas frases las escuché cientos de veces desde que tenía 13 años. Sin imaginar que se convertiría en una condición que me acompañaría hasta hoy, haciéndome sentir como si dentro de mí habitaran dos mujeres diferentes.
El inicio...
Cuando llegué a la menarquia (mi primera menstruación) comenzaron los fuertes cólicos, dolores de espalda y malestar general. Eran dolores físicos intensos y cada vez que acudía al ginecólogo, tras estudios, revisiones y exámenes, la respuesta era la misma: “Es normal, le pasa al 80% de las mujeres”.
A los 13 años, además, mi papá falleció. Recuerdo que lloraba mucho y siempre se lo atribuí al dolor que me causaba pensar en él y en como lo extrañaba. Sin embargo, hoy a la distancia puedo ver que mis episodios depresivos eran mucho más profundos e iban más allá de vivir un duelo.
Así pasé mis años de secundaria y preparatoria. Hubo veces que incluso llegué a desmayarme y terminaba en la enfermería. Una maestra que era muy empática, trataba de tranquilizarme y me decía “no te preocupes, cuando te cases y comiences una vida sexual activa, todo esto se detendrá”. Pero eso no era una gran consuelo, para una adolescente que ni siquiera pensaba en el matrimonio.
Consulté a varios ginecólogos y siempre me decían lo mismo. Después de hacerme pruebas de laboratorio, ultrasonidos intravaginales o alguna otra prueba, descartaron síndrome de ovario poliquístico, endometriosis o alguna otra afección.
Entonces me preguntaba: ¿Por qué no lo “aguanto”? ¿Por qué tengo tan poca tolerancia al dolor? Después de los primeros años con estos dolores durante el síndrome premenstrual y molestias en general, me resigné a la idea de que simplemente mi umbral del dolor era bajo.
Y me "acostumbre a esto"
Los años pasaron y el peregrinaje médico no remedió mi mal. Me “acostumbré” a los síntomas, los cuáles fueron disminuyendo o no sé, tal vez más bien ya eran parte de mi. Sin embargo, los síntomas psicológicos se acentuaron.
Cuando entré a la universidad, padecí depresión y ataques de ansiedad (sin saber que lo eran) y pasé por mucha terapia psicológica por duelos no trabajados. Era un sube y baja constante que me agotaba.
Los pensamientos suicidas eran frecuentes. Finalmente, acudí por primera vez a un psiquiatra y con un tratamiento controlado comencé a sentirme mucho mejor.
Lo que nadie esperaba...
En 2018 fui ingresada al Instituto Nacional de Psiquiatría por depresión mayor y burnout. Esto se lo atribuía a un trabajo demandante y aunque me iba muy bien profesionalmente, mi cuerpo lo estaba resintiendo.
El estar internada un mes en este centro psiquiátrico fue una de las experiencias más “aterradoras” pero a la vez más gratificantes de mi vida. A pesar de que estaba bien atendida con un equipo de médicos muy profesionales, éticos e interesados, ninguno de ellos pudo distinguir lo que en realidad tenía.
En ese tiempo solamente me diagnosticaron con depresión mayor y ansiedad generalizada. Lo peor estaba por venir.
En los años siguientes, los síntomas volvieron con más fuerza: migrañas incapacitantes, cansancio extremo, fiebre de hasta 42 grados, cuerpo cortado, hipersensibilidad auditiva, mastalgia (dolor en los senos que me impedía usar sujetador), lumbalgia, entre otros.
A su vez, los síntomas psicológicos y cognitivos fueron agudizándose. Sufrí de muchísima irritabilidad, depresión, nubla mental, falta de concentración, etc.
Por fin, una luz al final del túnel
En plena pandemia por COVID-19, inicié un nuevo peregrinaje médico para tratar de entender qué me pasaba. Visité a más de una docena de ginecólogos, psiquiatras, internistas, neurólogos e incluso gastroenterólogos y nadie me podía dar una respuesta.
Hasta que, a finales de 2020, una ginecóloga identificó rápidamente mi padecimiento: Trastorno Disfórico Premenstrual (TDPM).
Por fin, alguien me daba respuesta a tantos años de dolor y sufrimiento. Pero no tenía idea de que se trataba, jamás había escuchado un nombre tan largo y raro.
Recuerdo que llegué a casa y busqué en internet: “Trastorno Disfórico Premenstrual”. Los resultados de mi búsqueda fueron principalmente de sitios extranjeros. Leí un testimonio en un artículo de una revista española y parecía que estaba leyendo mi propia historia, se asemejaba tanto a lo que yo había vivido por tanto tiempo y realmente estaba impresionada.
¿Qué es el trastorno disfórico premenstrual?
Las cifras oficiales indican que un 5% de las mujeres en edad fértil padecen este trastorno. A pesar de que se presenta en la fase lútea y está relacionado con el ciclo menstrual, no es un desajuste hormonal, como muchos creen. Este trastorno es una reacción grave del cerebro a la baja de estrógenos y progesterona que suceden en esta fase del ciclo.
¿Y ahora qué?
Ya con un diagnóstico real, estuve en tratamiento con anticonceptivos orales. Sin embargo, solo empeoraron los síntomas y sentía que iba a morir. Lo que sí ayudó, fue iniciar nuevamente un tratamiento psiquiátrico, el cuál hasta la fecha sigo al pie de la letra.
También cambié mi estilo de vida para un mejor proceso premenstrual: sigo una dieta antiinflamatoria sin azúcar, gluten, lácteos ni alimentos procesados, hago ejercicio de 3 a 4 veces a la semana. Duermo mis ocho horas y tuve que reducir el estrés en mi vida, el cual me había afectado muchísimo. Además, algo que me ha ayudado especialmente es la terapia cognitivo conductual, con la cuál he podido detener los pensamientos rumiantes que me alteraban tanto y hacían que la ansiedad se presentara constantemente.
Lo que todos debemos saber del trastorno disfórico premenstrual
Esta enfermedad, es poco conocida, aún en la comunidad médica y es difícil encontrar médicos que la traten de una manera ética, empática y comprensiva. Aún falta mucha investigación y para las mujeres con esta condición, el no tener a la mano un equipo de apoyo nos afecta aún más.
El TDPM ha afectado mi vida en todos los ámbitos. En estos últimos años he podido entender mi enfermedad y cómo ha sido protagonista en mi vida porque dejé muchas cosas por estar tan mal y no tener un nombre para ello.
No es que no aguantemos nada
Para mujeres que como yo tienen este padecimiento, estar premenstrual en verdad es un infierno. Todo nuestro mes es una montaña rusa. Es como si vivieran dos mujeres dentro de mí muy diferentes.
En la fase folicular y ovulación me siento muy bien, soy la mujer más plena, productiva y optimista. En la fase lútea y menstrual soy otra, una mujer antisocial, deprimida e irritable que prefiere alejarse de todo y de todos para poder sobrellevar esos días. Volver a empezar cada ciclo, se vuelve todo un reto, pues es como si avanzara un paso y retrocediera dos.
Lo ideal es tener un diagnóstico temprano del trastorno disfórico premenstrual
Por más de 20 años viví sin un diagnóstico y hoy que por fin lo tengo, busco cada día conocerme a mi misma, aceptarme y reinventarme. Ya no permito que la enfermedad sea la que conduzca mi vida. Tengo el apoyo de mi familia y amigos pero muchas veces no comprenden que es lo que me pasa y los entiendo, pues muchas veces ni yo misma me comprendo.
Los expertos sugieren que para poder confirmar un diagnóstico de TDPM, se requiere llevar un diario o diagrama menstrual a lo largo de 2 ciclos menstruales como mínimo. Porque si bien, es una enfermedad crónica que no tiene cura, el tener un diagnóstico temprano, puede ayudar a tratarla mejor para evitar que los síntomas se agraven y sufrir de un deterioro mayor en la salud o en el entorno.
No estamos locas, mucho menos estamos solas
Muchas mujeres son mal diagnosticadas con bipolaridad, algún otro trastorno mental o infradiagnosticadas porque psicólogos, médicos generales, ginecólogos, psiquiatras y endocrinólogos no conocen el TDPM y no le dan la importancia que merece. Es una enfermedad que a lo largo de los años termina por afectar seriamente el organismo y la psiquis de la mujer que la padece, no se diga su entorno y estilo de vida.
Por medio de Hablemos de Trastorno Disfórico Premenstrual (@tdpm.mx) fundada hace tres de años, buscamos llegar a más mujeres para que se conozca este padecimiento. Cuando nos sentimos tan mal llegamos a creer que estamos locas pero con esta comunidad además de crear conciencia, queremos hacer hincapié en que no estamos “locas” y mucho menos estamos solas.
1 comentario en “Trastorno disfórico premenstrual”
Que especialista te trata? Mi historia aún no tiene cura por lo costoso del tratamiento pues en el psiquiátrico no he encontrado alivio ni en psicoterapia, ni en los anticonceptivos y cada ciclo es terrible el último casi termina en suicidio porque pierdo la conciencia por la neuro inflamación que me producen y actúo de manera totalmente inconsciente e irracional y no recuerdo nunca lo que ocurre en esos periodos literalmente físicamente soy yo pero no mentalmente pues no soy consciente de lo que hago. Mi red de apoyo es casi nula, mi pareja de menos de un año estuvo a punto de irse porque no pudo manejar la crisis no sabe que hacer y las anteriores han terminado en violencia. Mi hijo de 13 sabe mucho al respecto pero vive la angustia de que en cualquier mes su madre no logré sobrevivir a otra crisis. Fui diagnosticada el 2018, 2020 fui con Jorge Lolas Talhami que solo me ofreció la criocirugía de 6.000.000 de pesos chilenos que no podía pagar ya que si volvía además era 2.000.000 más cada vez. Me falta probar la ozono terapia y la oxitocina intranasal, para lo que estoy reuniendo dinero con una nueva organización que empecé para ayudar a gente como nosotras y cualquiera que no pueda tener ya sea por enfermedad, tener el cuidado de alguien dependiente ser neuro divergente etc. Poder trabajar de manera independiente, llegar a ser autovalente y poder cambiar su realidad, pretendo crecer con esto a nivel primero nacional y luego internacional y ayudar a mucha gente, pero tengo mucho miedo de no alcanzar a llegar a pasar el mes siguiente para poder acceder a mi tratamiento y no morir en el intento. Para poder llegar a salvarme y salvar a mucha gente. Me encantaría poder conseguir gente que me apoye en esto, porque podría ayudar a muchísimas personas. En octubre 2024 Cree y Fundé Ayuda Laboral es un equipo de personas constituido por captadores asistentes, abogados y yo. El cuál ayuda a toda persona que tenga un problema legal y a quiénes deseen cambiar su realidad ya que cualquier persona puede ser nuestro captador y llevarse un porcentaje desde el 7% al 15% de lo que se recibe como pago de honorarios, los ayudamos capacitamos y apoyamos para que puedan CAMBIAR SU REALIDAD trabajando de manera independiente PARA TODOS LOS QUE NO PUEDAN CUMPLIR CON UNA JORNADA REGULAR DE TRABAJO. Estamos terminando nuestra página web. Cualquier persona que envié un caso y tome nuestros servicios se lleva el 7% de lo que salen los honorarios, Si te dedicas a captar con nosotros online o presencial te llevas un 10% y si además haces las gestiones llegas al 15%. Los mejores Captadores que además vienen presencial 2 o 3 días de la semana (días que ellos mismos eligen de manera totalmente libre), entre 10 a 14 han llegado a 20 casos en el mes, en marzo son las audiencias preparatorias y se preparan para comenzar a cambiar su realidad de manera significativa, ya que trabajando así 4 horas dos a tres días por semana llegarán a ganar más de 1.000.000 mensual. No más disforicad sin poder trabajar sin dinero para costear sus tratamientos con un trabajo adecuado para ellas que las entiende y les permite tener calidad de vida adaptada a nuestra enfermedad y cualquier persona que esté en las mismas condiciones podrá hacer lo mismo. Ayuda para cumplir este sueño de ayudarme y ayudar.