El ser humano es un “ser social” por naturaleza, buscamos la compañía de otras personas para sentirnos queridos y aceptados. Esta capacidad de convivir con los demás es parte fundamental de nuestro desarrollo a lo largo de la vida.
La ruptura de cualquier relación interpersonal desencadena, sentimientos de pérdida y pesar pero especialmente cuando se termina una relación de pareja.
El dolor por la separación del “ser amado” puede ser muy intenso debido a que, además de compartir tiempo y experiencias, depositamos en esa persona un alto nivel de expectativas y una gran dosis de apego emocional.
¿Qué es el apego?
El apego es una “tendencia innata de los seres humanos cuya función es el acercamiento” con los otros para vincularnos y relacionarnos tanto física, como social y emocionalmente” 1.
Las pautas para relacionarnos se van aprendiendo desde que nacemos. Al llegar al mundo, el ser humano tiene necesidades físicas y emocionales que requieren ser atendidas para lograr sobrevivir. La satisfacción de estas depende principalmente de los padres y/o de algún cuidador.
La manera en que estos requerimientos son atendidos durante los primeros años, va a determinar la forma en que nos relacionaremos con las demás personas en nuestra vida adulta, incluyendo por supuesto, a la pareja.
Estos patrones de interacción o formas de apego, que se van introyectando a lo largo de los años, son de varios tipos:
Apego seguro
Un niño que en términos generales fue atendido de forma constante, amorosa y apropiada, será un adulto que se vinculará adecuadamente. Esto es, con un nivel de compromiso, será capaz de expresar y gestionar sus emociones de forma saludable y establecerá relaciones sanas y estables.
Apego evitativo
Aquellos niños que si bien, reciben los cuidados físicos de manera satisfactoria pero cuyos cuidadores son personas con dificultades para expresar su amor, serán susceptibles a sentirse rechazados o excluidos a lo largo de su crianza, lo que puede provocar que tiendan a aislarse. Así pues, en la adultez tratarán de evitar el compromiso y la intimidad con los demás.
Apego ansioso
Los padres o cuidadores inconsistentes al brindar las atenciones, así como al marcar pautas de comportamiento a sus hijos, criarán niños inseguros y confundidos porque carecen de la certeza de ser queridos. De adultos tendrán una gran necesidad de sentirse seguros, lo que los llevará a establecer relaciones de dependencia emocional, control y celos por el miedo a ser abandonados.
Apego desorganizado
Por último, encontramos al grupo de personas que crecen en hogares disfuncionales donde están presentes experiencias traumáticas como abuso, violencia y negligencia, que en vez de aportar al buen desarrollo de la personalidad, lo impiden.
En la edad adulta, se comportarán de manera errática y contradictoria, tenderán a repetir los patrones de sus cuidadores y puede llegar a ser peligroso mantener una relación con ellas.
Los apegos y el divorcio...
Así pues, las expectativas que tenemos cuando nos vinculamos con los demás, nacen de la necesidad de llenar las carencias que tuvimos cuando eramos niños de acuerdo con el estilo en que fuimos criados.
Inconscientemente, cuando seleccionamos una pareja, esperamos que esta llene y cure esas heridas, inseguridades o abandonos. Buscamos la “media naranja” que nos complemente, pretendemos que nos cuide y atienda, que nos haga felices y que se quede con nosotros “para siempre”.
Sin embargo, esto es una falacia. Cada uno de nosotros somos un ser integro y “completo” y nos corresponde hacernos cargo de nosotros mismos, de nuestras necesidades y en su caso sanar las heridas que aun siguen abiertas buscando ayuda psicológica.
Como podemos observar, un abanico de experiencias tanto positivas como negativas, derivadas de la forma en que fuimos educados cuando eramos niños, influyen en cómo nos acercamos, relacionamos con y hacia las otras personas, así sean de nuestro entorno familiar o social, en la elección de nuestros amigos y pareja e “incluso en la manera en que afrontamos los conflictos y definimos nuestras metas” 2.
El miedo a estar solo...
Además de nuestros patrones de apego y las expectativas rotas, un proceso de divorcio es difícil y en ocasiones hasta complicado, debido a situaciones materiales, patrimoniales, económicas, laborales y familiares que implica, tal como los asuntos legales, financieros, de propiedades, los cambios de residencia y el tema de los hijos entre otros.
Sin embargo, en mi práctica como psicoterapeuta de pareja he encontrado que debajo de estos temas, subyacen importantes factores emocionales entre los que destaca el “miedo a estar solo” así como el temor al qué dirán y salir de la” zona de confort”.
Podríamos continuar hablando de las múltiples aristas que inciden en una situación de divorcio, sin embargo, es prioritario que nos preparemos psicológicamente para gestionarlo de la mejor manera posible.
Es innegable que tomar la decisión de divorciarse y enfrentarse al proceso de separación provoque dolor, confusión y desolación. De hecho, esta situación puede ser emocionalmente traumática, provocarnos estrés y como toda pérdida requiera transitar por un proceso de duelo. Así que para enfrentar la separación de la mejor manera posible, te damos las siguientes sugerencias de afrontamiento emocional.
Gestionar emociones
Es importante aceptar que lo que estás sintiendo es normal. Tienes derecho a sentirte indefenso, vulnerable, transitarás por el enojo, la tristeza y tal vez aún por la desesperación. Es importante reconocer tus emociones, sentirlas y permitirte expresarlas en vez de meterlas “debajo de la tierra” pues se irán acumulando hasta que lleguen a un punto de ebullición y exploten dañando tu mente, cuerpo y tu calidad de vida.
Solo gestionando las emociones se podrá ir dando paso a la aceptación y a los sentimientos de paz.
Manejo de la culpa
No te culpes ni culpes a tu expareja: Vivir cargando las cadenas de la culpa o colgárselas a tu ex, no les permitirá avanzar a ninguno de los dos.
Psicológicamente hablando, la culpa “sana o adaptativa” como su nombre lo dice es aquella que nos impulsa a reparar un error y seguir adelante, no obstante, el hecho de haber tomado la decisión de vivir con alguien y que en determinado momento sea necesario que cada uno continúe su camino, no es precisamente un error sino una experiencia de vida que te brinda una oportunidad de aprendizaje.
Si te flagelas preguntándote constantemente en qué fallaste, te quedarás atrapado en la “culpa enfermiza” que te puede llevar a estados de ansiedad y depresión.
Perdonar y perdonarse: Sustituir los sentimientos de culpa por el perdón es la vía de la liberación.
Dar un nuevo significado:
Muchas parejas deciden quedarse en una relación ya sea desvitalizada, insatisfactoria o tóxica, llevando una existencia infeliz tanto a nivel personal como familiar, porque piensan que el divorcio representa un fracaso lo que les provoca gran temor.
El miedo es una emoción que surge cuando la vida está en peligro y por ende, es muy normal experimentarlo cuando estamos pasando por situaciones traumáticas, como en el caso de una separación en la que efectivamente puedes sentir que tu vida termina pero el miedo paraliza.
Es importante reconocer el miedo y los pensamientos negativos e irracionales acerca de tu propia valía y de conceptos cómo el “éxito” y el “fracaso”, de dónde surge el temor para enfrentarlo y cambiarle el significado a la experiencia. Un divorcio no es un fracaso, es una nueva etapa que seguramente nos llevará a la consecución de nuevos objetivos y a la posibilidad de tener una nueva pareja.
El divorcio es una oportunidad para crecer, reorientar nuestra vida y abrirnos a nuevas experiencias.
Examinar y depurar el sistema de creencias de la familia:
Las creencias, pactos y fidelidades familiares nos llevan a repetir o compensar inconscientemente situaciones familiares conflictivas o traumáticas, especialmente entre los padres.
Es fundamental hacer conciencia de que los dogmas, patrones de relación y eventos que ocurrieron en la familia, pueden estar influyendo en la manera como estas enfrentando la separación.
Por ejemplo, algunas parejas mencionan en consulta, que no se pueden divorciar porque ambos sufrieron las dolorosas consecuencias del divorcio de sus padres. Aunque han llegado a un punto en el que están seguros que no hay futuro para la relación y que incluso se están dañando, no se pueden separar porque sienten que a ellos les corresponde hacer “lo correcto”.
Por el contrario, hay personas que sin grandes motivos aparentes se divorcian justo a la edad que tenía el progenitor de su mismo sexo cuando su cónyuge murió o lo abandonó, solidarizándose con el que sufrió el abandono.
Siguiendo con los ejemplos, una mujer que continúa con un hombre infiel como su padre puede estar buscando compensar a su sistema tratando de retener o de cambiar al marido porque mamá “no lo pudo hacer”.
Es importante hacer conciencia de los motivos que te llevan a tomar la decisión de divorciarte.
Examinar y depurar el sistema de creencias de tu grupo social:
Igualmente hay que revisar las creencias de la sociedad y del grupo donde crecimos en los que el divorcio puede ser visto como un acto reprobable y hasta pecaminoso 3. Los indicadores de divorcio nos dicen que hay una mayor aceptación al mismo en países como E.U y Europa que en Asia y en América Latina donde la “unidad familiar tiene un alto valor cultural”. Esto puede ser causa de que muchas parejas permanecen juntas aún en casos en donde la familia peligra debido al abuso y la violencia.
La vergüenza, el juicio propio y de los demás, por no hacer lo que el grupo espera, solo nos desgasta y nos impide proyectar con claridad nuestros objetivos de vida.
Prioriza el bienestar personal y el de tus hijos por encima de las opiniones de los demás.
Busca ayuda
Puede ser que debido a los sentimientos de tristeza, confusión, culpa, vergüenza y abatimiento tiendas a aislarte. Esto puede ser positivo en la medida que te permita hacer contacto con tus emociones y reflexionar, pero también es necesario que cuentes con ayuda en estos momentos de vulnerabilidad.
Buscar apoyo entre tus amistades y familia, procurarte asesoría legal, acercarte a instituciones de asistencia, grupos de autoayuda y /o religiosos y muy particularmente solicitar ayuda psicológica podrán brindarte una fuerte red de soporte.
Con la ayuda del psicoterapeuta, podrás cerrar el ciclo de esa relación observando cuál fue tu responsabilidad tanto al elegir “esa” pareja, el cómo te relacionaste con ella y en la separación misma, así como a reconocer que fue lo que esta experiencia te aportó en términos de aprendizaje.
En psicoterapia encontrarás recursos emocionales para gestionar emociones, solucionar los conflictos, trabajar la autoestima y sobre todo a plantearte metas y objetivos para el futuro.
Suelta el pasado, agradece lo positivo y la oportunidad de aprendizaje que te brindó esta experiencia y déjala ir.
El estar en medio de la tormenta, de momento no nos permite ver que por encima de los nubarrones hay un cielo azul. A corto o largo plazo el divorcio representa una oportunidad de cambio, liberación, de encuentro contigo mismo, de crecimiento personal y apertura a nuevas vivencias y relaciones amorosas.
Referencias.
- https://centrumpsicologos.com/blog/tipos-apego-crianza-pareja/
- https://www.lavanguardia.com/magazine/bienestar/20250501/10637520/marian-rojas-psiquiatra-cerebro-humano-esta-disenado-buscar-te-feliz-esta-disenado-buscar-le-resulta-familiar-pmv.html
- https://divorce.com/blog/divorce-rates-in-the-world/