Uno de los temas más recurrentes y en auge actualmente es el apego y la identificación del mismo. A nivel general sabemos que nos ayuda a mirar con mayor profundidad nuestras relaciones y responder una parte de la pregunta: ¿por qué soy así en mis relaciones?”
En el siguiente artículo nos adentraremos en el tema desde una mirada relacional y con mayor profundidad: qué es, sus tipos e implicaciones en la edad adulta, así como algunas herramientas dependiendo del tipo de apego que pueden apoyarte para construir relaciones más sanas.
Partiremos por lo básico: ¿qué es el apego?, a lo largo de la vida tendemos a construir conexiones con otros, empezando por la familia, amigos, vecinos, compañeros de escuela y/o trabajo y la pareja. Estas conexiones principalmente las primarias (la familia), tienden a influir en la manera de relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y cómo gestionamos las emociones y concebimos al mundo.
En otros términos, el tipo de apego con el que nos relacionamos impacta directamente con nuestra salud emocional y las relaciones sociales.
¿Qué es el apego?
El apego se puede definir como un vínculo emocional profundo que establecemos con personas, lugares, objetos e inclusive mascotas.
Este concepto nace en 1950 con John Bowlby, quien señalaba que los vínculos con los cuidadores primarios eran esenciales para el desarrollo emocional y social a lo largo de la vida de una persona.
El apego se desarrolla en la infancia y tal como mencionaba Bowlby, se establece en un inicio con los cuidadores primarios (siendo principalmente los padres). Sin embargo, es posible re-modelar el tipo de apego a través de vínculos profundos en edades adultas dependiendo de nuestras experiencias de vida y relaciones.
Lo fundamental del apego es la función que tiene en la estructura de una persona que es brindar seguridad y apoyo.
¿Cuáles son los tipos de apego?
En psicología hablamos de distintos tipos de apego, algunos de ellos se establecen de manera saludable brindando a la persona confianza en sus relaciones y en otros casos, los vínculos desarrollados en edades tempranas pueden generar patrones de comportamiento poco saludables manifestándose en conductas ansiosas, inseguras e inclusive de evitación.
Es importante mencionar que el apego también suele relacionarse con la manera en la que afrontamos el estrés, tomamos decisiones y a su vez se relaciona directamente con el mundo emocional individual.
En el artículo hablaremos de cuatro tipos de apego: seguro, ansioso, evitativo y desorganizado, algunos de ellos pudieran tener similitudes entre sí, siendo un poco más complejo la identificación. Sin embargo, recuerda que el conocer qué tipo de apego poseemos nos da información para actuar como una brújula y comprender por qué nos relacionamos así.
Te comparto a continuación una breve guía sobre los tipos de apego y el impacto que tienen en las relaciones adultas. Si tienes mayor interés en el tema recomendaría asistir a un proceso terapéutico individual.
Apego seguro
Las personas con este tipo de apego suelen sentirse cómodos en lo íntimo. Es decir, abrir su mundo emocional a otros no representa un riesgo, son capaces de gestionar sus emociones de forma asertiva y establecer relaciones equilibradas. Saben que pueden confiar en los otros y basan sus relaciones en un sentido de confianza y respeto.
Este tipo de apego se desarrolla cuando los cuidadores primarios son consistentes, atentos, respetuosos, cariñosos y suelen responder de manera sensible y oportuna a las necesidades del niño.
Apego ansioso o ambivalente
Las personas con este tipo de apego tienden a sentirse inseguras en sus relaciones, pueden llegar a buscar con frecuencia la validación de los demás y experimentar cierto grado de miedo ante la separación generando la idea de un posible abandono. Así mismo pueden ser bastante dependientes emocionalmente de los otros, principalmente con sus padres y pareja.
Este tipo de apego suele desarrollarse cuando los cuidadores primarios son inconsistentes en brindar atención, afecto o el cubrir las necesidades básicas de manera oportuna.
Apego evitativo
Este tipo de apego se caracteriza por la dificultad de establecer vínculos emocionales profundos y es imposible pensar en abrir su mundo emocional a otros. Con frecuencia las personas con este tipo de apego buscan mantener una distancia emocional evitando conversaciones profundas/íntimas o el estar en posiciones donde puedan ser vulnerables.
Con regularidad, es difícil identificarlo y por lo tanto suelen preferir la independencia antes que la cercanía.
Este tipo de apego se desarrolla cuando en edades tempranas existe un rechazo o invalidación a las necesidades emocionales del niño/a o bien al experimentar rechazo ante la búsqueda de cercanía emocional
Apego desorganizado
Las personas que desarrollan este tipo de apego suelen sentirse confundidos respecto a sus cuidadores primarios experimentando una sensación ambivalente entre querer estar cerca y a la vez lejos de ellos.
Este tipo de apego se asocia con situaciones de abuso y/o negligencia en la infancia temprana. En la edad adulta puede ser complejo establecer vínculos saludables y/o estables o manifestarse en patrones de comportamiento impredecibles.
¿Cómo trabajarlos?
Recordemos que conocer el tipo de apego que hemos desarrollado permite tener una visión más clara de cómo nos comunicamos, la manera en la que resolvemos conflictos, así como la forma en la que nos relacionamos en nuestros vínculos.
Y sí, si es posible modificarlo, algunas herramientas que pueden ayudarte a hacer mayor análisis son las siguientes:
- Psicoterapia. Contar con un proceso terapéutico es una de las principales herramientas ya que podrás explorar (dentro de otros aspectos) vínculos saludables a lo largo de tu vida, tu historia familiar, autoimagen y la historia dominante de tu vida. En el proceso es posible construir un camino más amable para ti.
- Autoconciencia emocional. Ser consciente de tus patrones y estilos de relación, ya que en muchas ocasiones actuamos desde esa parte inconsciente y lo curioso es que, aunque no la conozcamos tiene mucha relevancia en cómo nos comportamos.
- Inteligencia emocional. Conocer nuestras emociones y saber cómo gestionarlas es fundamental para poder hacer cambios conductuales y principalmente cognitivos.
- Trabajar en la vulnerabilidad. Hay una frase que comparto con frecuencia con mis pacientes que me resuena en este aspecto: “no esperes tener resultados diferentes haciendo siempre lo mismo”. Claro que es difícil desafiar patrones arraigados pero haciendo lo mismo una y otra vez es prácticamente imposible tener otro panorama, desafiar esos patrones y ver que sucede es la diferencia.
Espero este artículo te haya brindado una mirada más profunda sobre el apego y sus tipos. Si alguna de las estrategias o de la información brindada resuena contigo y sientes que necesitas más apoyo considera buscar ayuda profesional.